lunes, 2 de junio de 2014

Dakar 2015: La competencia “criminal” que denuncian arqueólogos y pueblos originarios

Hace pocos días, la ministra de Deportes Natalia Riffo confirmó el paso de la caravana por el desierto de Atacama. Fuera de los beneficios en turismo y al deporte tuerca, diversas organizaciones han reparado en la flagrante destrucción del patrimonio nacional, en un lugar donde la evidencia paleoantropológica fija algunos hallazgos en más de 12 mil años de antigüedad. De esta manera remarcan la "incongruencia" de la administración Bachelet, en lo que consideran como el "mayor atentando en la historia al patrimonio de Chile". Cuando Mijael Flores, estudiante de séptimo básico de la Escuela América, en Arica, descubrió, junto a su grupo de compañeros del taller de Arqueología, una momia de la cultura Chinchorro de más de 7.000 años de antigüedad, no solo estaba confirmando- con esta evidencia- la riqueza arqueológica y paleontológica del desierto de Atacama, sino también la naturaleza casual del hallazgo, que en otras palabras implica, que el patrimonio arqueológico nacional está al aire libre, ahí al interior del desierto o cerca de la costa donde hace miles de años se asentaba unas de la culturas más antiguas de la humanidad, cuyas evidencias de momificación son 4 mil años más antiguas que las descubiertas en Egipto. Pero la riqueza patrimonial, según la arqueología moderna, en el desierto de Atacama podría ser más antigua aún. Se habla incluso de evidencias que datan de hasta 12 mil o 13 mil años de antigüedad, es decir de la época en que -según las teorías actuales- comenzó el poblamiento de América tras la migración de Siberia. En este vasto espacio desértico, donde malentendidamente no habría nada, también existen evidencias de una riqueza paleontológica incalculable y que se remonta a más de 7 millones de años. El hallazgo más reciente de este pasado remoto, fueron los más de 70 restos cetáceos encontrados en el desierto, en las cercanías de Caldera. La mayoría son del período Mioceno y Plioceno, donde habitaban parientes prehistóricos de las ballenas actuales y de otros seres que la literatura fantástica ha bautizado como “monstruos marinos”. Este es el patrimonio del desierto chileno, patrimonio, que por quinto año consecutivo, se vería amenazado por el Rally Dakar. Destrucción milenaria De acuerdo a la observación del Consejo de Monumentos Nacionales y que se encuentra refrendado por el Colegio de Arqueólogos, entre los sitios destruidos o dañados se encuentran geoglifos, aldeas, cementerios, conchales, huellas y caminos (entre los que se cuentan trazas del camino del Inca), sitios de la época salitrera, talleres líticos y muchos otros presentes en las regiones de Arica, Parinacota, Tarapacá, Antofagasta, Atacama y Coquimbo. Para Paula González, vicepresidenta del Colegio de Arqueólogos, el Rally Dakar no es otra cosa “que el atentado más grave que existe contra el patrimonio nacional”, con daños que son “irrecuperables” desde la perspectiva científica y que además – siendo para la organización lo más grave- cuenta “el apoyo del Estado” o con la ambivalencia del este en la materia. El primer Dakar se realizó en la primera administración de Bachelet el año 2009. De acuerdo a los estudios de CMN (Ordinario Nº 2.918/09) en esta versión de la competencia se constató la destrucción de 5 sitios arqueológicos denominados “Quebrada Pelícanos 1”, “Quebrada Pelícanos 2”, “San Antonio 2”, “Majada El Tomate 1” y “Majada El Tomate 3” y una agrupación de sitios arqueológicos denominada “Área Arqueológica Pampa Austral Camino Oeste”, ubicados en las regiones de Atacama y Coquimbo. La cronología de algunos de estos sitios alcanzaba una antigüedad mayor a los 4.000 años (2.000 a.C.). En el 2010 se constató que se dañaron 52 (50,5%) de los 111 sitios examinados. El informe de la época señala expresamente: “No se tiene ningún conocimiento del daño causado en otras zonas donde hubo cambios de trazado de última hora dispuestos por la organización, desvíos o competidores perdidos”. El Informe Técnico de Evaluación del Rally Dakar 2011, elaborado por el Área de Arqueología del Consejo de Monumentos Nacionales, informó que de los 283 sitios evaluados, presentaron daño en diversas magnitudes un total de 126 sitios. En el informe de ese año el Consejo afirmó: “El Dakar constituye una actividad altamente dañina para el patrimonio arqueológico e histórico del país”. Según las estadísticas el 2012 y 2013, los lugares dañados se redujeron, pero tanto el Consejo como el Colegio de Arqueólogos apuntan al que el cómputo de sitios dañados es relativo, ya que “la información disponible sobre la evaluación de daños del año 2012 (que realizó el Instituto Nacional del Deporte) es “escasa” y no se tiene información concreta respecto de las rutas de las caravana. “De esta manera, existen fundamentos para suponer que puede haber una gran cantidad de sitios que no fueron registrados y de esta manera quedaron desprotegidos. Por lo tanto, el cómputo de sitios dañados en la versión 2013 de la competencia es absolutamente relativo e incierto”, consigna el informe. En todo caso, estas cifras son muy conservadoras -contraargumenta Paula González- “porque las evaluaciones de daño no han sido exhaustivas y han aplicado un criterio que restringe el área de influencia directa de la competencia sólo a la unión lineal de puntos que constituyen el trazado, sin considerar las áreas de campamentos, áreas de estacionamiento y los lugares dónde se sitúa el público, que también han destruido sitios arqueológicos”. El Estado como infractor de Ley A fines de mayo y después del suspenso sobre si el Dakar pasaría nuevamente por Chile, debido al impacto del terremoto en el norte grande, la Ministra del Deporte Natalia Riffo, despejó las dudas y confirmó la participación de Chile en la competencia más dura del deporte tuerca en el mundo. Esta confirmación, para los defensores del patrimonio, constituye un grave revés y confirma nuevamente el doble discurso en materia de protección patrimonial que tendría el Estado, representado por la administración de la Nueva mayoría. “Es una gran decepción porque esperábamos que la administración Bachelet no continuara con este grave atentado contra nuestro patrimonio cultural y natural, atendidas las numerosas pruebas acerca de la naturaleza dañina sobre los monumentos arqueológicos, la flora, fauna y paisaje del norte de Chile”, sostiene González. La ambivalencia, según los científicos, radica en que “el rally Dakar ha producido un quiebre en todo el régimen jurídico de protección que amparaba los monumentos nacionales arqueológicos de Chile”. Normalmente, cuando alguien destruye un sitio arqueológico -explica González, quien es arqueóloga y abogada- “el Consejo de Defensa del Estado acciona legalmente contra el autor a través de la Acción por Daño Ambiental, persigue su responsabilidad y se le sanciona civil y penalmente”. Fuente: el mostrador.cl Pero en este caso, los denunciantes acusan que el Estado se ha desentendido de su responsabilidad.

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