
Saturno es muy grande y está muy lejos. Una vez al año suyo, que equivale a 30 años terrestres, cuando se acerca la primavera en el hemisferio norte del planeta gigante, algo se agita bajo las nubes, provocando una dramática perturbación en todo el planeta. Cada vez que esto sucede suele haber aumentado espectacularmente la capacidad de los observatorios astronómicos para estudiar el fenómeno y eso es lo que ha pasado ahora. El Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO) unió fuerzas con la sonda Cassini de NASA, para observar, con un nivel de detalle nunca antes alcanzado, la singular tormenta, cuyo vórtice alcanzó los 5.000 kilómetros de diámetro. El nuevo estudio, realizado por un equipo internacional de astrónomos, entre ellos varios españoles, se ha publicado en la revista Science.
Es el sexto de estos grandes fenómenos detectada desde 1876, pero es la primera que ha podido ser estudiada en infrarrojo térmico -que permite ver las variaciones de temperatura en el interior de la tormenta en Saturno- y la primera observada por una sonda espacial. "El estudio de estas tormentas gigantescas, sin parangón en la Tierra, nos permite hacer controles y comprobar los modelos que usamos para la interpretación y predicción de fenómenos meteorológicos en nuestra propia atmósfera" señala Agustín Sánchez Lavega, experto en atmósferas planetarias. "En esta investigación hemos medido por primera los enormes cambios de temperatura de hasta 25 grados centígrados que la gigantesca tormenta ha producido por encima del techo de nubes que la hacen visible"
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